Bueno, otro DÃa del Libro y de nuevo he sobrevivido. Si es que soy la leche. Claro que no sé si es que cada vez se vende menos o yo tengo la piel más dura, pero en todo caso, el resultado es el mismo: aquà estoy, porque he venido y el año que viene más, si la crisis lo permite.
Leo en el Periódico que los grandes triunfadores del DÃa han sido Javier Cercas, Stieg Larsson y Stephanie Meyer. Eso lo sabÃa yo el dÃa 22 y si me apuran, dos semanas antes. No porque sea asà de chula, es que soy el último peldaño en el escalafón del negocio editorial y sé exactamente qué se vende porque soy quien lo cobra. Nada que objetar al podio de los Más Vendidos.No he leido aún AnatomÃa de un instante, asà que no puedo opinar. Iba a añadir que sà que me lo leeré pero ¿ a quién pretendo engañar? Soldados de Salamina lleva años criando polvo en la estanterÃa. Con Cercas me pasa como con las patatas: entiendo que a otros les guste, podrÃa comérmelas sin demasiados problemas, pero si puedo elegir, comeré otra cosa. No hay ninguna razón en especial para esa indiferencia:  es lo que hay y punto. PodrÃa ser peor, podrÃa pasarme como con Zafón y las acelgas. Es acercarme La sombra del viento o un plato de acelgas y salir yo corriendo tan lejos como la geografÃa me permita.
Sobre los otros dos medallistas… Tengo gran cariño a Larsson y sus Millenium, lo admito. Me encantaron los libros, que me devoré en tiempo récord. Estaba tan enganchada que los leÃa mientras iba caminando por la calle, lo cual me llevó al borde de la muerte en más de una ocasión. Pero lo mejor de todo ha sido que esos tÃtulos tan enrevesados nos han brindado grandes momentos de guasa en el curro. Llegamos a plantearnos hacer un listado de todas las versiones de los tÃtulos de Los hombres que no amaban a las mujeres y La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina que nos habÃan proporcionado los clientes, pero se ve que era poco profesional. Es una pena, dejar perder cosas cómo:
– Los hombres que amaban/pegaban/odiaban/buscaban/mataban/perseguÃan a las mujeres (¡la de cosas que te puede hacer un hombre!)
– Los hombres y las mujeres que se amaban/se odiaban. Gran tentación de enviar al cliente a la sección de libros de autoayuda, estante de “vida en pareja”, justo al lado de Por qué los hombres nunca preguntan y las mujeres no saben leer los mapas.
– Las mujeres que mataban/huÃan de/odiaban/buscaban/se escondÃan de los hombres (la de cosas que hacemos las mujeres, ojú).
– Un libro de un sueco que va de hombres que matan mujeres (menudo spoiler, ¿no?)
Y
– La chica que querÃa/buscaba/tenÃa una cerilla. A mà me pasa a todas horas: siempre estoy perdiendo mecheros
– La chica que encendió la gasolina con una cerilla. Con un zippo también se puede, pero es menos artesanal.
– La chica a la que le gustaban las cerillas y la gasolina. Para gustos…
– La chica que quemó la gasolina. ¿La gasolina de quién?
– No sé que de incendiar cosas con una cerilla y una lata de gasolina. Lo bueno de estos es que mientras en la frase haya cerillas o gasolina, ya sabÃas por dónde iban los tiros.
Estoy deseando que publiquen el último de la saga. En parte porque me muero de ganas de saber qué va a suceder con Lisbeth Salander. Pero sobre todo porque con un tÃtulo como La reina en el palacio de las corrientes de aire, las risas laborales están garantizadas.
Dejando a Larsson, la medalla de bronce se la lleva la Meyer y sus libros de vampiros adolescentes y con conciencia. Que sÃ,  me los he leido todos, porque me dio la gana. Y sÃ, tengo que darle la razón a la crÃtica: la trama tiene tantos y tan grandes agujeros  que en ellos  podrÃan vivir topos gigantes y los personajes son tan planos que parecen recién salidos de la plancha. Pero me niego a crucificar a la Meyer por eso. La pobre tampoco pretendÃa escribir La Gran Novela Americana ni ser El guardián entre el centeno del año (lo de los libros que se publicitan como El guardián entre el centeno de su generación darÃa
para hacer otro post. Los hay a carretillas. Asà a bote pronto, me vienen a la cabeza Menos que cero, de Brett Easton Ellis y Las vÃrgenes suicidas, de Jeffrey Eugenides). Sólo escribió una novela rosa con vampiros a los que les limó los dientes, y la ha vendido como churros. ¿Que no es buena escritora? Pues vale, no lo es. Pero a la gente le mola. Qué mania con querer que la gente sólo lea libros “buenos” y torcer el gesto porque en el metro todo el mundo va leyendo Eclipse (menos yo, que me estoy leyendo Las venas abiertas de America Latina… Es decir, estoy igual de mediatizada, pero soy más tolerable). Reinvidico un Premio CorÃn Tellado para los autores que venden mucho y a los que la crÃtica machaca. No para satisfacer el ego del autor, sino para que sus lectores no se sientan de menos por leer lo que les da la gana.
En una ocasión, una de las chicas me libros me contó que un señor le pidió, muy serio, “un buen libro”. No le dio tÃtulos ni autores ni géneros ni nada que se le parezca. El tipo querÃa “un buen libro”. Y de ahà no le sacaba nadie. Al final ella – que es un crack en lo suyo y hace mucho tiempo que renunció a creer en lo de que hay libros buenos y malos-  pilló con una mano El ReyLear y con otra El código da Vinci y le preguntó: “¿un buen libro como esto o como esto?”. El señor muy avergonzado (tal vez por descubir que Un buen libro no es el tÃtulo de un libro, o por averiguar que hay más de un libro bueno en el mundo) señaló El código da Vinci. La chica asintió y dijo: “vale, ahora nos entendemos”. Mal que nos/les pese, al final lo que hace “bueno” o “malo” a un libro no es el autor sino el lector, que está dispuesto a pagar por leerlo. Qui paga, mana. Tal vez Corin Tellado no sea nunca lectura obligatoria en el insti. Pero vendió más que Pio Baroja.
En fin, que leáis lo que os dé la gana y porque os da la gana. Por que se lee por placer , no por complacer. Y si compráis libros el resto de los 364 dÃas del año, en lugar de concentar el consumo lector en un sólo dÃa, una servidora os lo agradecerá grademente.
No he leÃdo a Cercas, ni tengo intenciones, lo siento (luego me flagel si eso :D). He leÃdo ambos libros de Stieg Larsson (el primero me costó dos intentos, el segundo lo leà de un tirón) y sÃ, yo también tengo graves problemas para recordar sus nombres. En cuanto a la medalla de bronce, compré Crepúsculo, leà diez páginas y pasé de él sin sombra de remordimientos porque me pareció muy pero que muy infantil (miento, he leÃdo libros infantiles menos infantiles).
Suelo leer lo que me apetece sin fijarme demasiado en si son “buenos” o “malos” escritores según la intelectualidad del paÃs y es que yo leo para disfrutar y no para satisfacer mi ego
Besos
Nanny Ogg
26 de April, 2009
Es la idea Nanny. Para que te obliguen a leer libros buenos, ya está el instituto. En mi casa leo lo que quiero.
clarita
27 de April, 2009
ESO DE LOS LIBROS HESTA RRELOKO. A MI TANVIEN ME HOBLIGAN A LEER Y A HENTENDER LA KULTURA K ES HALGO K SE A DE HASER PERO KMO VIEN DISE NINA ESO TE CRESE EL EGO Y TE CREES KE HERES MS SUPERIOR A LOS HOTROS Y MS VAKANO KE NADA. WENO GRASIAS X EL DATO Y DE NADA.
WILSON
30 de April, 2009
Arthur Falcone
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Arthur Falcone
27 de February, 2015